sábado, 31 de diciembre de 2011

¡Que la historia no se vuelva a repetir…!

CANTA CLARO

ALGO MÁS SOBRE LIBERTAD DE PRENSA

Por Francisco Igartua

En el artículo de la semana pasada me quedaron por tocar varios aspectos del tema "libertad de prensa y de expresión", por lo que aquel texto de ese Canta claro quedaba incompleto. La razón del recorte es muy simple: el periodismo tiene un único y obligado censor, el espacio, lo que es el tiempo en la televisión, además, claro está, de los límites que señalan los códigos en uso y el honor.

Vuelvo, pues, al tema en mi columna de este domingo. Vuelvo con la lanza en ristre en un asunto, el de los impuestos, que es capital para hablar seriamente de libertad en este oficio.

En un momento, el concepto de libertad de expresión, tan antiguo como el hombre, se vinculó estrechamente a la impresora, a la máquina que permitía la difusión masiva de ideas e informaciones, antes restringidas a la oratoria en los púlpitos y a los pregones y juglerías. Por eso es que durante muchos años a esa libertad ampliada se la llamó, desbrozando conceptos, libertad de prensa. O sea a la libre disponibilidad de una prensa y papel para difundir libremente, a través de esos medios, los comentarios y críticas de los periodistas que iban naciendo en torno a las impresoras. De la difusión oral se pasaba a algo más amplio, al papel impreso. A ese papel que pronto sería tan quemante como una bomba frente a las tiranías. El periódico reemplazaba a la voz de los Savonarolas.

Simplificando de este modo el tema, es fácil advertir que la libertad no está sólo en la posesión de la impresora y la compra sin trabas del papel, pues si hay impedimentos para la libre circulación de lo impreso, sea por censura o cualquier otro medio, sería una fama la llamada libertad de prensa, más precisamente de expresión, ahora ejercida no sólo por escrito sino también a través de ondas sonoras y visuales.

Y esa circulación, antes limitada por la censura o impedida por la cárcel, el destierro y hasta el puñal o el disparo de un esbirro, es hoy entorpecida por el Estado con los impuestos. Hecho que en el Perú, con la complacencia de prácticamente todos los medios de difusión, llegó a niveles de escándalo en la época fujimorista creadora del sistema, escándalo que hasta hoy persiste.

En ningún país del mundo, en ninguno, está gravada la circulación de los medios de prensa con 18% de IGV o IVA, tal como se le llama a este impuesto en otras partes. La única excepción es el Perú, pues en Chile subsiste como rezago pinochetista, amenguado por ser nuestro vecino productor de papel. Mientras que en el Perú al escandaloso 18% de IGV se añade el alto costo de la distribución, propio de un país sin desarrollo, y los aranceles por papel y tinta.

Esto es historia. Este es el génesis de la podredumbre que hoy estamos comprobando.

En la inmensa mayoría de países ese 18% de IGV no existe, es cero o un porcentaje máximo de cinco o seis por ciento. Y en los Estados Unidos ese cero se extiende, más allá de la circulación, a todo el proceso de edición; mientras que en algunas naciones de Europa el periodismo recibe subvención gubernamental, sin discriminación alguna, para así garantizar la total independencia del periodismo, librándolo de la presión del avisaje, sea privado o estatal, porque muchas veces esa presión, es bueno recordarlo, no sólo viene del Estado.

En todo el mundo civilizado este tratamiento para la prensa, de cero o un diminuto IGV, se extiende al resto del campo cultural, a las medicinas y a la alimentación básica. En otras palabras, el consumo de cultura, salud y alimentación básica no debiera estar sujeto a impuesto alguno. Lo que no quiere decir, por supuesto, que el negocio cultural, farmacéutico y agrícola no deba pagar los comunes impuestos a la renta. El consumo es la excepción.

Y fue ese 18%, tomado del Chile de Pinochet, el instrumento que utilizó el fujimorismo para doblegar a los medios de difusión. No hay que olvidar que el llamado "Plan Verde", la Biblia de Fujimori, está inspirado en el modelo pinochetista. Por eso el régimen del decenio no tuvo que asaltar ninguna imprenta ni apalear a nadie, le bastaba la amenaza de la Sunat. De este modo las cárceles siguieron estando abiertas para los periodistas, aunque éstos ya no serían presos políticos, lo que daba prestigio, sino vulgares delincuentes tributarios. Algunas muestras, como la espectacular y brutal detención del director de Radio Miraflores, Ricardo Palma, y su largo encierro, servían de amedrentamiento a todos aquellos que siguieron ejerciendo el derecho de opinar con libertad.

He aquí la pequeña historia de una rendición:

En 1994, salvo excepciones, los distintos medios de expresión estaban en ruina total. Habían quedado sepultados bajo las multas, moras y otros cargos de la Sunat. El 18% de IGV sobre la circulación y también sobre el avisaje, que se tiene que pagar de inmediato y se cobra tarde y algunas veces nunca, los había puesto al borde del cierre.

La solución que sibilinamente deslizó Santiago Fujimori pareció una boya del Ejército de Salvación para los náufragos. Una boya que resumiré así: El gobierno entregaría un cheque por el valor del monto total de la deuda a la Sunat y los directivos de los medios firmarían un pagaré, poniendo como garantía todos sus bienes, que sería liberado con la publicación de avisos e informaciones "no políticas" del gobierno. El cheque se endosaba a la Sunat.

Este fue el acuerdo al que se llegó en el Ministerio de Economía en mesa presidida por Jalilie, asistido por el secretario de la Presidencia, doctor Orellana. La única voz discordante fue la mía. El problema, leí un papel que escribí allí mismo, no era facilitar el pago de la deuda sino eliminar la razón de esa deuda: el monstruoso 18% de IGV. Pero esa época era de desbocado liberalismo y muchos de los periodistas asistentes rechazaron mi planteamiento alegando que los impuestos debían ser parejos, sin excepción, para todo títere con cabeza (Ya no pude mencionar, por no conocerlas, las excepciones que ya existían).

No acabó ahí, sin embargo, esta lamentable tragicomedia. Al día siguiente, Canal 5 inició una campaña reclamando "equidad", sin revelar los hechos que lo motivaban. Alegaba que se había premiado a los incumplidos y se castigaba a los buenos contribuyentes (Canal 5, El Comercio y Gestión no habían asistido a aquella reunión porque estaban al día con la Sunat). Fue una campaña brevísima que concluyó, también en el misterio, con la entrega al Canal 5 de la misma suma pactada con el Canal 2 y un trato similar para El Comercio y no sé si para Gestión.

El resultado de tan desafortunado acuerdo con el poder, un verdadero pacto con el diablo, lo estamos viendo en los vladivideos que no cesan de mostramos las entrañas de la sordidez fujimorista. En ese pacto estuvo el germen de la podredumbre que hoy nos asombra. No cayeron todos porque Dios es grande y porque algunos tuvieron apoyo publicitario democrático. Aunque para ser justos es necesario añadir que, salvo excepciones, los periodistas que estuvieron al mando de las empresas no sucumbieron. El infierno quedó reservado para los empresarios metidos a dirigir medios de expresión.

En cuanto a mí, presionado por las circunstancias, terminé aceptando el acuerdo; pero, en 1995, apenas rescatado el pagaré y luego de liquidar todos los bienes de Oiga y cumplir con mis colaboradores me jubilé, olvidando que para el periodista no hay jubilación, no hay escape de "esta cuita que además de fuerte es muy duradera". Seguiré, pues, en la brega.

Yo sé lo que significó ese arreglo y esos pagarés. Fue el génesis de lo que ahora, espantados, vamos comprobando.

Esto es historia.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Francisco Igartua In memoriam

¿Por qué la marca Oiga no se vende?

Lino Bolaños

Eran los primeros días de setiembre de 1995. La revista Oiga daba pérdidas mes tras mes, debido al acoso que sobre ella ejercía el gobierno de Alberto Fujimori, a través de su representante Vladimiro Montesinos. Obligación de realizar pagos adelantados de IGV, desde el momento de la facturación, aunque el pago no se realizara, persecución de la SUNAT, llamadas amenazantes a los auspiciadores, hacían imposible el desarrollo económico y financiero de la revista.

Sin embargo, Oiga no había cedido un ápice de su posición principista en defensa de la democracia y del estado de derecho. Nada podía ser más amargo para ese gobierno inescrupuloso, que se hubiera denunciado y publicado el Plan Verde, elaborado por el ejército y cumplido al pie de la letra por una maquinaria arrolladora. Un plan que incluía la disolución del parlamento, el apresamiento de los diputados y senadores, el silencio de los medios de comunicación, con fechas determinadas, hechos puntuales y estrategias definidas, que les daba el poder sin ninguna restricción.

Nada podía amargar más a ese gobierno totalitario, que aquella voz insobornable que se alzaba semana a semana para denunciar los atropellos y jugarretas del gobierno más corrupto de la historia del Perú.

Nada podía molestar más a ese gobierno, acostumbrado a comprar conciencias a punta de fajos de billetes, que un semanario indócil e incorruptible, mostrara la verdadera esencia y naturaleza de sus acciones.

Pero, al fin, el acoso permanente, terminó por hacer imposible la continuación de una revista que, a lo largo de su historia, había enfrentado dictaduras férreas, gobiernos absurdos y amenazas terroristas.

Agobiado por las deudas y con el compromiso de cumplir con los pagos de liquidación a todos los trabajadores, a Paco Igartua, no le quedó más remedio que cerrar la revista y vender la marca a sus enemigos políticos - muchos de ellos, hoy en la cárcel - quienes deben haberse regocijado y brindado con champagne.

- Algún día recuperaremos Oiga, don Paco. – dijo Jhon Bazán. – Es una promesa.

- Lo sé, - dijo él. – Sé que lo harás.

Allí comenzó una nueva etapa. El objetivo inicial era recuperar la marca y, si se diera el caso, volver a editarla algún día, solo si fuera posible mantener el espíritu principista y visionario que su fundador le había impreso a lo largo de los años. Luego vino la enfermedad de Paco y su fallecimiento.

Muchas amenazas, atentados, debió enfrentar Jhon Bazán para al fin, un 14 de marzo del año 2008, registrar la marca en Indecopi.

A partir de ese momento, han sido muchos los intentos de compra de diversos grupos empresariales y editoriales. Ofertas millonarias que harían abrir los ojos a aquellos para quienes el dinero es suprema deidad, han sido rechazadas una y otra vez, para que no se pierda jamás el valor histórico de compromiso con la democracia y con la verdad que Francisco Igartua le imprimió siempre.

Allá están como prueba irrefutable de ese compromiso, el libro “Francisco Igartua, Oiga y una pasión quijotesca”. Está también el premio Francisco Igartua Rovira, destinado a los ciudadanos que hayan tenido una vida y una obra destacadas en defensa de la democracia y del estado de derecho.

Oiga está más viva que nunca. Lo testimonian las innumerables propuestas que siguen llegando para la compra de un logo que representa una de los mejores ejemplos en el Perú de periodismo transparente y comprometido con el país. Lo testimonian los factores que hacen posible, que de vez en vez, sucedan acontecimientos que la mantienen vigente. Y Paco Igartua está presente en esta nueva etapa de Oiga, desde aquella dimensión a la que solo acceden los hombres justos.

lunes, 21 de noviembre de 2011

OIGA

Lima, 7 de junio de 1935

Señor don Víctor Raúl Haya de la Torre.
Hoy, Día del Ejército, Día de Arica, día de gloria entre los días peruanos más gloriosos, no debiera ser el más indicado para escribirle a usted que no ama nuestras proezas militares y que piensa en el «compañero soldado» sólo para incitarlo a la rebelión. Pero los acontecimientos, la dolorosa ironía de los acontecimientos, han querido que hoy me toque escribirle a usted esta carta.
Se la escribo, para decirle a usted, una vez más -deseo que no sea la última vez- cuán graves daños le ha causado usted al Perú. No se figure usted que voy a hablarle de la sandez doctrinaria del Apra, ni de la inmoralidad de sus dirigentes, ni de la inconsciencia de sus prosélitos multitudinarios. No. Todo eso lo callarnos por sabido.
Le escribo para decirle que sobre la acción pública de usted, tan breve y tan luctuosa, tan efímera y tan infortunada, pesan dos cargos mortales. Ha suprimido usted a los rebeldes y ha creado asesinos. A los grupos de hombres libres y activos los ha reemplaza­do usted con bandas de fascinerosos. La lucha política la ha conver­tido usted en una pavorosa aventura judicial. Ya en el Perú no hay gobiernistas y opositores. Hay delincuentes y víctimas. Ignoro si usted y sus amigos se dan cuenta del horror de este estado de cosas.
Si, por fortuna nuestra, no estuviera, hoy, a la cabeza del gobierno y al frente de los destinos del Perú un hombre sereno y respetable, un hombre honesto y respetuoso, un hombre tranquilo y firme como el presidente Benavides, nos mataríamos en las calles. Todos, compañero, andaríamos o con el puñal al cinto o con la carabina al hombro. Y de esto, es usted el único responsable.
Si hubiese usted logrado corromper a los hombres y convertir en asesinos a varones de treinta años, acaso le perdonásemos su actuación. Es decir, no se la perdonaríamos; pero la comprendería­mos. Por lo menos, se trataría de crímenes de hombres. Pero ha corrompido usted a los niños. Es usted un violador de conciencias adolescentes. Observe usted lo pavoroso que es todo esto.
Para desgracia del Perú, frente a usted surgieron, en época felizmente concluida, otros tan violentos, tan sanguinarios y tan inconscientes como usted. Y el Perú estuvo a punto de convertirse en una batahola de matarifes dentro de un camal. Esto fue muy breve, porque la inmensa mayoría de las conciencias honradas y de los corazones tranquilos, pudo más que la epilepsia creada por usted. Y concluyó la beligerancia que usted produjo.
Pero después de que el presidente Benavides vino a darnos orden y paz, usted y los suyos fueron los primeros en aprovechar los beneficios de la paz y el orden, usted y los suyos insistieron en el asesinato. Es su método político. En usted, la actividad criminal es congénita.
A la cabeza de sus hordas, ha destruido las tradiciones jurídicas del país, ha pisoteado sus recuerdos heroicos, se ha chingado usted en su dignidad civil, ha roto usted su equilibrio político, ha ensuciado usted su nobleza democrática. Nos ha dejado usted, cívica y espiritualmente calatos y sucios.
Si Leguía destruyó el respeto por la función pública y convirtió en portapliegos a los más altos dignatarios del Estado, usted le ha quitado majestad al pueblo, le ha quitado valor a la masa, ha envilecido usted a la multitud.
Y, por reacción inevitable, ha producido usted el encumbramiento de los ricos necios. En el Perú, ya había muerto el becerro de oro, ese animal hediondo y voraz que tanto prosperó con Leguía. Por obra de las artes criminales de usted y de los suyos, el becerro de oro vuelve a lanzar sus balidos mefíticos y otra vez lo vemos en la prensa y en el parlamento, empeñado en asumir la dirección de los espíritus. Dichosamente, oh, compañero, jamás la animalidad se sobrepuso al espíritu.
Por culpa de usted, tenemos que guardar patriótico silencio los que siempre alzamos, bien alta, nuestra voz patriótica. Entre los ricos necios y los asesinos sin hombría, tenemos que quedarnos con los ricos necios. Son cargantes y fastidiosos; pero no atentan contra la vida de nadie. Nos entorpecerán un poco; nos harán un poco grasos y un poco sórdidos; pero no nos envilecerán nunca. Son gentes digestivas a quienes, a la larga, el cerebro les gana la batalla.
A mí, créalo usted, me da mucha pena ver que, por culpa del APRA, es imprescindible que transijamos con la tontería. Pero entre un tonto y un bandido, no duda ningún hombre de bien. Quién sabe si, por culpa de usted, nos sea preciso terminar hasta en algodoneros.
Acaso concluyamos fundando una casa de préstamos. Triste destino para quienes iniciamos nuestra vida pública oyendo voces patricias.
Yo, joven capitán de niños delincuentes, me formé en la política, escuchando al verbo espiritual de Víctor Maúrtua, las leccio­nes de Javier Prado, la obra de Manuel Augusto Olaechea, ese artista del Derecho Civil. Oí la voz de Nicolás de Piérola y le escuché a don Andrés Avelino Cáceres relatar las campañas de la Breña. Yo, joven capitán de niños delincuentes, conversé, durante siete años, casi todos los días, con Manuel González Prada. Los primeros elogios que escuché en mi vida los escribió la pluma magistral y austerísima de Abelardo Gamarra. Mis compañeros de juventud fueron Abraham Valdelomar, Leonidas Yerovi, Julio Málaga Grenet, José Carlos Mariátegui, César Falcón. Conspiré junto a Augusto Durand y fui testigo de las tumultuosas campañas cívicas de Guillermo Billinghurst, ese hombre tan saturado de pueblo. Lo implacable de la política lo aprendí en Germán Leguía y Martínez, la circunspección distinguida la vi en Melitón Porras, el empuje audaz e inteligente en Arturo Osores, la caballerosidad y el dandismo en José Carlos Bernales. Yo lo conocí a don Ricardo Palma cuando torcía un cigarrillo de la marca «Perú». Yo he bebido en la fuente del ingenio profundo, sutil, encantador de ese maestro de estadistas y de pensadores que es José Balta.
En el extranjero traté a muchas gentes de igual alcurnia mental. Y ahora, cuando mi juventud termina, llego a mi patria, joven capataz de niños asesinos, a presenciar el horrendo espectáculo del crimen convertido en costumbre. Nunca le perdonaré a usted todo esto. Cuando Piérola hacía sus revoluciones, las hacía con una gallardía, con un empuje, con un romanticismo, con una virilidad que sus mismos adversarios admiraban. Era el Caballero Andante de nuestra política.
Quizá habría sido preferible que nunca lo tomáramos a usted en serio. Pero como usted es megalómano y quiere que lo tomen en serio, se ha convertido en gangster y lo ha conseguido. Ya lo tomamos en serio. Todo lo que cae dentro de las extremas disposi­ciones del Código Penal, es muy serio.
Por culpa de usted, José de la Riva Agüero, ese historiador tan distinguido y erudito, tan heráldico, es personaje político. Por culpa de usted es personaje político don Carlos Arenas Loayza, ese Mefistófeles sin Fausto y que del infierno sólo tiene el color.
Carece usted de heroicidad y de grandeza. Carece usted de aristocracia mental y sicológica. El problema del orden público, siempre tan grave en el Perú, hoy es, ante el crimen, el único problema grave. Ya no podemos ocuparnos en mejorar las institucio­nes y las leyes, las costumbres públicas y los hábitos privados. Apenas nos deja usted tiempo para evitar que nos asesinen. Por culpa de usted se ha creado el conflicto religioso y ha desaparecido la universidad.
Usted podrá creer que un hombre que ha producido tantas calamidades tiene grandeza. Y esto es mentira. Tiene dramaticidad, como la tienen un incendio, un ciclón o un naufragio. Es usted deplorable y dramático como un terremoto. A usted, el Perú nunca podrá darle el poder. Es imposible, así como es imposible que la naturaleza le conceda al huracán la dirección del mundo.
Por culpa de usted, nuestras gentes le han perdido el respeto al Poder Judicial y quieren que retornemos a los amargos y remotísimos tiempos en que los hombres se hacían justicia por su propia mano. Y los que aún respetarnos, Ilusos, al Poder Judicial nada podemos decir. Quizá, también, nos llegue la hora de hacernos la justicia por nuestra propia mano.
Por culpa de usted, uno de los mandatarios más austeros, más correctos -en el buen inglés de la palabra-, más bien intencio­nados que ha tenido el Perú, pasa por el injusto e incalificable trance de estar sometido a amargas y apasionadas disputas. Por culpa de usted, le hemos perdido el respeto a lo respetable. Nos ha envilecido usted en grado verdaderamente aprista.
Cuando pienso en la obra consumada por el aprismo, casi me alegro de que estén bajo tierra los grandes amigos de mi juventud y que duerman el sueño eterno mis grandes maestros. Y me da pena que vivan Manuel Augusto Olaechea, Víctor Maúrtua, Manuel Vicen­te Villarán, Arturo Osores, Melitón Porras. Ha encenegado usted a los niños, ha pervertido usted a los adolescentes, ha entristecido usted a los jóvenes, ha desconsolado usted a los hombres maduros y ha ensombrecido usted los últimos años de los viejos.
Ha detenido usted el progreso democrático y el avance liberal y ha prostituido usted, con perversidad infantil, el sentido marxista. Es usted un andrógino de la política, un indiferenciado de la vida pública. Es usted responsable de que vayamos perdiendo el amor a la justicia, ese amor que fue base de la grandeza de Roma y es base de la grandeza de Inglaterra.
Lo único que le falta a usted es inficionar los espermatozoides a fin de conseguir que de los hijos de nuestros hijos nazcan unos fascinerosos. A la mujer, la ha embarcado usted en aventuras varoniles de conspiración y de tramoya pública. Quizá llegue usted a destruir los ovarios de las madres peruanas.
Usted tiene la culpa de que no nos haya sido totalmente posible aplicar la patriótica política financiera del Presidente del Perú. La hemos aplicado nada más que en buena parte. Pero si usted y sus muchachos asesinos no actuasen, los ricos necios no habrían alzado, tan insolentemente, sus voces para oponerse a esa política financiera tan justa y tan exacta y para impedir, felizmente nada más que en parte, su feliz aplicación. Por culpa de usted estamos a punto de que desaparezca la justicia común y la clase media, esas dos grandes conquistas de la civilización en dos mil años de marcha. Cuando la justicia se llama común es porque es para el común de las gentes, porque es justicia de la comunidad; justicia en la cual se refunden los viejos conceptos de la justicia distributiva y de la justicia conmutativa. Cuando la clase se llama media, es porque se ha conseguido el equilibrio de las clases y se ha logrado ese punto fiel donde todos los hombres igualan sus aspiraciones y sus posibilidades. Por culpa de usted, resurgen la plutocracia roñosa y la justicia no igualitaria, es decir, no común.
Mire usted cuantos daños ha producido. Por culpa de usted, yo no puedo decir ahora las tremendas verdades que tanto necesita el Perú. Usted adulteraría esas verdaderas y las convertiría en mentiras. Haría de ellas un vil acto publicitario. Y yo no puedo ni debo ser su colaborador. Mi indignación contra usted llega a este punto: antes que ser su amigo, prefiero ser oligarca. Como no puedo mentir, me callo la boca. Que caigan sobre usted las desdichas provenientes del súbito engreimiento de los tontos y de la repentina prepotencia de los criminales.
Nosotros haremos cuanto esté en nuestras manos para evitar que la tontería y el delito destruyan al Perú. Al Perú, que vale mas que usted, aunque solo sea por la razón de que usted es el Perú con signo negativo. Si es verdad que lo inminente se cumple, morirá usted en manos de un niño.
Federico More

viernes, 18 de noviembre de 2011

La República

16 de noviembre de 2011

Aniversario. La primera edición se publicó el 16 de noviembre de 1981.

Hace treinta años empezó a forjarse una República superior

La República se ha posicionado como un diario imprescindible.

Nuestro diario cumple tres décadas llegando a sus manos. Entra a la madurez con el ímpetu de sus primeros años y el reconocimiento de la sociedad entera.

Inés Flores y Rocío Maldonado.

El 28 de julio de 1980 Fernando Belaunde Terry inauguró su segundo mandato presidencial después de 11 años de dictadura militar. Los peruanos comenzábamos a vivir nuevamente en democracia, pero al mismo tiempo se iniciaba una etapa conflictiva en el país: la crisis económica externa golpeaba con fuerza, especialmente a los sectores más pobres, y al mismo tiempo estallaba una dolorosa guerra interna dirigida por el sanguinario terrorista Abimael Guzmán.

En este escenario nace el diario La República, cuyo objetivo, plasmado en su primer editorial: “En busca de una República superior”, no era otro que rescatar el carácter revolucionario y contestatario de la palabra República para imprimirlo en sus páginas día a día.

La primera edición de La República aparece el 16 de noviembre de 1981 a las 4 de la tarde. Fue una publicación de formato tabloide, en blanco y negro, con notas principales en su primera página. A los pocos días se convirtió en un tabloide rojo y negro, distintivo que nos caracteriza hasta la actualidad.

La República nació como un diario político, de denuncia, de oposición constructiva. Fue la apuesta de un grupo de periodistas y empresarios peruanos.

En primera línea estuvieron el empresario Gustavo Mohme Llona, un socialista convicto y confeso, y el periodista Guillermo Thorndike. “Hacía falta un diario que promoviera la democracia, la justicia social, los derechos humanos, el Estado de derecho”, justificaba años después Mohme Llona.

Su primera redacción funcionó en la cuadra 4 del jirón Huancavelica, en el centro de Lima. A pocas cuadras del actual local. Bajo la dirección de Thorndike, los periodistas, identificados con las banderas de este nuevo proyecto periodístico, se sumergieron en esta titánica tarea. Redactaban sus textos en las viejas máquinas de escribir Olimpus, las mismas que ocho años después fueron reemplazadas por las pequeñas computadoras Macintosh.

Escándalos y terrorismo

Las páginas de La República reflejaban los escándalos políticos que envolvían al régimen belaundista, así como la ola de terror que desataba Sendero con apagones, coches bombas y asesinatos.

Paralelamente se dio gran despliegue a las crónicas policiales, y fue así como en tres meses pasó a vender de 11 mil a 200 mil ejemplares diarios.

El diario crecía más. Se incorporaron dos suplementos. VSD, un magazine que se publicaba los viernes; y Domingo, la revista de actualidad de los días domingo.

Además, se incorporaron como articulistas los escritores Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano y Mario Benedetti. En la actualidad ese honor nos lo da el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

Al poco tiempo La República se convirtió en el diario de las grandes mayorías, pues en sus páginas se sintieron identificados los partidos de centro y de izquierda, los sectores laborales y, como solía decir Mohme Llona, “los sin voz”.

Sin embargo, en 1983 una terrible noticia enlutó al diario. Jorge Sedano, uno de sus reporteros gráficos, fue asesinado brutalmente junto a otros siete periodistas en las pampas de Uchuraccay, en Ayacucho.

Se dijo que los campesinos los asesinaron porque confundieron sus cámaras fotográficas con fusiles, pero La República, en una acción decidida entre directivos y trabajadores, optó por buscar la verdad. Lamentablemente, al año siguiente se sufrió una nueva baja. Jaime Ayala Sulca, quien reportaba desde Huanta los cruentos sucesos de esta violencia sin nombre, fue declarado desaparecido luego de describir en diversos informes por qué el accionar terrorista se centró esencialmente en Ayacucho.

Con el paso de los años, La República participó activamente en la política. Las campañas electorales que en 1983 llevaron a Alfonso Barrantes Lingán a la alcaldía de Lima y en 1985 a Alan García a la presidencia de la República tuvieron amplia cobertura en las páginas de este diario.

La lucha contra la dictadura

Hasta que llegaron los años 90. La violencia terrorista ya se había trasladado del interior del país a Lima, y la explosión del coche bomba en la calle Tarata de Miraflores fue el caso más emblemático.

Alberto Fujimori, de origen japonés, había llegado a Palacio de Gobierno y al poco tiempo pateó el tablero. El 5 de abril de 1992 cerró el Congreso de la República, detuvo a los presidentes de ambas cámaras legislativas y a los principales dirigentes políticos; además, tomó el control del Poder Judicial.

Y como en toda dictadura, la prensa recibió el golpe. Los militares ocuparon las instalaciones de los principales medios de comunicación. La República tuvo un rápido reflejo. La edición del día siguiente salió con espacios en blanco en la portada y en las páginas donde iban las noticias y titulares censurados por los militares.

La creatividad de los editores y de los periodistas dejó en evidencia a la dictadura.

De inmediato, el diario se puso en alerta ante cualquier forma de abuso. Lo hizo a través de su cobertura cotidiana, pero sobre todo desde su Unidad de Investigación, con Ángel Páez y Edmundo Cruz.

“El periodismo de investigación desplegó mayores esfuerzos por revelar las características de esta nueva forma de gobierno y el uso de los sistemas de inteligencia como columna vertebral de lo que se desarrollaría como una acción criminal dentro del Estado”, recuerda Páez.

En tanto Cruz, acucioso periodista de investigación que tuvo un protagonismo importante en el destape del aesinato de los estudiantes y del profesor de La Cantuta, destaca lo que fue la sensibilidad del diario en esa coyuntura.

“A inicios de los 90 había sido el primer diario peruano con una Unidad de Investigación como expresión de su deseo de hacer una cobertura más profesional e interpretativa en medio de un país abatido por la violencia”, explica.

Ante casi una década de violencia, La República fue el único diario que, junto a tres revistas (Caretas, Oiga y Sí) y muy pocos colegas de televisión, adoptó una posición independiente frente a los grupos terroristas y el régimen de Fujimori, asumiendo una actitud profesional al tratar la información.

Fue el primer medio, agrega Cruz, que dio la alerta del surgimiento de un escuadrón de la muerte cuando ocurrió la matanza en Barrios Altos, y el único que dio la noticia de la matanza en La Cantuta”.

La periodista María Elena Castillo recuerda también que frente a la política de detenciones arbitrarias, La República denunció esos casos “dándoles voz a los inocentes, contando sus historias, buscando las pruebas de la injusticia que se había cometido con ellos”.

En la segunda mitad de los 90, ya Gustavo Mohme Llona había asumido la dirección de La República; pero entonces se había iniciado la etapa más oscura de ese régimen, de mayor corrupción.

A su turno, Carlos Castro, actual subdirector de La República, recuerda que Fujimori y Montesinos habían creado una estructura para controlar las instituciones y tenían a propietarios de medios comprados con dinero que salía del SIN.

“Fue entonces cuando el papel de La República resultó fundamental, y una de las personas que nunca dudó de lo corrupto que fue ese régimen fue Gustavo Mohme Llona, a quien el tiempo y la historia le dieron la razón, pero que no llegó irónicamente a ver la caída del régimen”, concluye.

Una reingeniería constante

Al cumplir 30 años, La República se ha consolidado como un diario influyente en el país y de referencia cuando se habla de política nacional. Desde su lanzamiento ha experimentado varios cambios, tanto de fondo como de forma, pero manteniendo una línea editorial en defensa de la institucionalidad democrática, los derechos humanos, justicia social y la lucha contra la corrupción.

Ser coherente en la defensa de esos principios le valió el reconocimiento de la opinión pública durante el último proceso electoral, alcanzando tirajes históricos.

Pasado ese momento, aprovechando el posicionamiento logrado y en la búsqueda de la superación constante, La República, bajo el liderazgo de su director, Gustavo Mohme Seminario, alista un relanzamiento, previsto para fines de este mes, el cual contempla un rediseño que trasciende formas, colores, tipografía y tamaño.

El diario de hoy

En la actualidad, La República abre sus 32 páginas, aunque en ocasiones llega a las 40, de formato tabloide, con información de carácter político, a la que se dedica la mayor cantidad de páginas y portadas. Las notas de otras secciones pueden ser la tapa del diario cuando el caso lo amerite, pero siempre mantienen su ubicación al interior del diario.

El análisis del quehacer político, a cargo de nuestros columnistas, constituye también un referente para nuestros lectores y uno de los ejes que soportan el diario.

La influencia de la sección Política no se discute y no se tiene pensado restarle peso, pero en un contexto con lectores jóvenes proclives a leer cada vez menos y en que las nuevas tecnologías de la información marcan un desafío para la prensa impresa, La República apuesta por reforzar las secciones de Economía, Mundo, Sociedad, Policial, Cultural, Fama y Deportes con el propósito de llegar a un público más amplio, mucho más familiar.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Sebastián Salazar Bondy In Memoriam

Las ausencias nacen cuando se apagan las existencias.

Podría decirse que con Sebastián Salazar Bondy la amistad empezó a golpes, luego de un primer encuentro en que, como caballeros, se batieron por diferencias en criterios estéticos respeto a una obra de teatro; ambos se convertirían en íntimos amigos. Salazar Bondy, sucumbió a la crisis que lo mataría poco después mientras redactaba en Oiga, y fueron estas las últimas palabras escritas: “Que linda seria la vida si tuviera música de fondo”. El siguiente artículo publicado por Francisco Igartua, en el semanario Jornada de 1944, prendió la mecha que dio comienzo a esta gran amistad.

Marginalia

Los niños terribles

Salían de la escuela y se diseminaban por las calles, vocingleros y alegres, discurriendo a su modo sobre las incidencias del día. Fluctuaban entre la niñez y la adolescencia. Matizaban, a todo pulmón su coloquio diciéndose de “zamba canuta” para arribe lo que es bastante decir. Era una jerigonza de epítetos, lo más procaces, puestos como motes a sus maestros. Los seguí de cerca. Pensé en la “escuela nueva” que es un sistema educativo de lo más cómodo e interesante. El maestro, según las normas que la disponen, es pasivo; el alumno es lo dinámico de la clase. El hace y deshace. El maestro orienta, encauza, dirige, vigila. Nada de malos tratos. Nada de castigos. Nada de reproches duros.

Pero estos niños gritábanse, empujábanse, maldecíanse y maldecían, empujaban y gritaban a los demás: a los transeúntes y a sus maestros, a sus padres y a sus parientes. La patria cifra en ellos su porvenir. El dómine de la palmeta y el látigo pasó a la historia. Pasó a la historia con todos los sistemas que recurrían a la sanción dura e intolerante. Ya no se puede aceptar la existencia de un Clérigo Cerbatana –como aquel de Quevedo– que mataba de hambre a los alumnos y dejaba caer su rigor sobre el seco pellejo de sus amojamados educandos. Ahora se usa de la palabra convincente, de la lección bondadosa, del amor, sí, del amor sobre todo.

Pero, a pesar de esto, todos los niños, como aquellos de que comencé a escribir, andan por las calles —¡y me imagino que en el aula también!—con la más incorrecta de las urbanidades — urbanidad, de urbe sin duda. — No es que quiera que los dichos infantes se estén calladitos como piezas de ajedrez y sin una sonrisa y sin una pizca de holgorio. Que sean retozones y simpáticos, que sean avispados y simples; que sean holgazanes, cretinos, estudiosos o memoristas. Pero que sean urbanos, que tengan urbanidad. Que no lancen interjecciones en el tranvía, ni que se jalen de los pelos en la calle, ni que se líen a puñadas en plena vía. Esto yo no sé si lo contempla la nueva educación, pero si estoy seguro que los viejos magisters de antaño lo tenían como primerísima e importantísima función: enseñarles que se debe respetar al prójimo y que el prójimo es el próximo, el vecino, el que está al lado; enseñarles a mirar las canas y las faldas con respeto: Que no le digan piropos procaces a las niñas, ni a las mozas, ni a las ancianas.

Yo sé que ya no se les debe meter en la cabeza cuál es el pluscuam perfecto del verbo yacer, ni cómo se diferencia una cláusula rítmica trocaica de una yámbica.

Nada de esto. Formación del estilo. Sé, también, que, no se les debe obligar a aprender quién fue Bamba o Gudemundo; ni porqué causa secreta y desconocida Childerico III no se rasuraba el pelo: Pero a andar con compostura, con corrección, eso sí se debe enseñar. Porque si la nueva educación va a descuidar tan importante asunto creo que ante uno de esos desafueros infantiles, ante una de esas mataperradas de muy mal gusto, tendremos –parodiando a El Murciélago cuando sufría a los libertos– que decir: iViva la Libertad! iViva la escuela nueva!

E.S.E.

lunes, 7 de noviembre de 2011

EXTRAORDINARIA REVELACIÓN

“Plan Verde” Cívico Militar

Otra vez en manos de “Oiga”

Fue diseñado en Tiempos de Fujimori para coactar la democracia e instaurar una dictadura que hizo y deshizo en el Perú.

Nota de prensa

Agradecemos su Difusión

El llamado “Plan Verde”, que sirvió de guía al golpe contra la democracia en tiempos de Alberto Fujimori para instaurar un gobierno cívico-militar, ha sido rescatado en forma documental. Es el mismo documento que en su oportunidad tuvo en sus manos el fallecido director fundador de la revista “Oiga”, Francisco Igartua, y cuya denuncia le costó no solo el acoso del régimen dictatorial que instauraron Fujimori y su socio Vladimiro Montesinos, sino también la sustracción del propio documento de las oficinas de la revista hace dieciocho años.

La noticia la acaba de dar Jhon Bazán, quien con el apoyo de amigos de Igartua viene rescatando la titularidad legal de “Oiga” y sus archivos. Bazán dijo que “hace unos meses, una fuente periodística, me hizo llegar a mi oficina, los cuatro cuadernos, referentes al denominado Plan Verde”. Son cuadernos de aproximadamente 200 páginas cada uno, que llevan incluso los sellos originales del archivo de la revista “Oiga” e incluso anotaciones de puño y letra del propio Igartua, por lo que no hay duda de su autenticidad.

“Los documentos que inicialmente estuvieron en manos del director y fundador de la revista Oiga, Francisco Igartua, contiene el plan de golpe de estado, formulado por un grupo de militares y civiles, durante el primer gobierno de Alberto Kenya Fujimori. Es el primer documento que se tenga información, que contiene paso a paso, el desarrollo del golpe cívico militar de 1992” explicó Bazán.

Agregó que “a través de su lectura podemos analizar como se gestó el plan conspirativo, similar a los formulados en la denominada antigua Escuela de las Américas, en Panamá. Las semejanzas no son gratuitas. La creación de grupos paramilitares y el manejo de la prensa a través de un complejo pero efectivo sistema militar de inteligencia no hacen más que reiterar lo dicho”.

Bazán refiere incluso que el plan contiene información detallada para la eliminación de personajes de la política y el sindicalismo, y se menciona incluso con nombre propio a Mario Vargas Llosa y Alan García Pérez, el primero para ser apresado y el segundo con la alternativa de ser capturado y/o victimado si era necesario. Hay incluso, dice, una lista de personajes que eran incómodos al régimen, con sus señas particulares y sus direcciones.

Refiere que hay también un capítulo dedicado a diseñar una política de control de natalidad, ligando las trompas uterinas a las mujeres más pobres, con incentivos pecuniarios a los que participaran en esa canallesca política, que efectivamente se realizó bajo el régimen fujimorista.

“El exterminio del excedente poblacional donde se mezclan a los autores con sus familiares, similares a la corresponsabilidad familiar importada por gobiernos totalitarios de cualquier parte del mundo es canallesco. La ligadura de trompas como medio para reducir la tasa de natalidad, con incentivos pecuniarios a los que mejor lograsen sus metas, sin respetar la condición ni la edad de las afectadas, es completamente inhumano” comentó Bazán.

Lima Noviembre 2011

Editorial Periodística Oiga

Telf. 975653417

domingo, 6 de noviembre de 2011

In Memoriam

VÍCTOR M. ORTÚZAR EUSKALETXEA DE LIMA

Un presidente vasco-peruano de Indautxu

ZIERBENA. La parroquia San Román, de La Cuesta, en Zierbena, acogerá hoy una misa en recuerdo de Víctor Manuel Ortúzar González, presidente de la Euskaletxea de Lima, Perú. Ortúzar falleció el pasado 1 de noviembre y al día siguiente se ofició una misa de cuerpo presente en la capilla de los Jardins de la Paz de Molina en el país suramericano. "La familia agradece a todas las personas que nos acompañen en este momento y manifiestan su afecto y condolencias", comunican.

Víctor nació en Bilbao, en Indautxu, el 11 de septiembre de 1939. De joven ingresó en la Marina Mercante y por ello viajó llegando a radicarse con 22 años en Lima, Perú. Trabajó por EE.UU., Euskadi, Madrid y países africanos. A su vuelta a Perú en 1980 decidió quedarse definitivamente allí. Y además de dedicarse a negocios de pesca, se hizo también empresario de la construcción. Ortúzar fue uno de los fundadores de la tercera Euskaletxea de Lima, en Miraflores en 1986. Hoy tiene 220 inscritos, según relata el presidente interino Raúl Noblecilla. Víctor estaba casado con la peruana Marta Pérez González y deja tres hijos: Víctor, Juan Carlos e Ignacio. "Para él Euskadi era algo muy grande", le reconoce Noblecilla.


DEIA

In Memoriam

Víctor Manuel Ortuzar González

01/11/2011

Lima, Perú

El Congreso Mundial Vasco hacía tiempo este miércoles 2 de noviembre en Donostia para recordar a Víctor Ortuzar, presidente de Euskal Etxea de Lima, fallecido justamente el día anterior en la capital peruana. Raúl Noblecilla, vicepresidente de la entidad, tuvo palabras de elogio y de reconocimiento a su labor y a su persona en la intervención que realizó ante el plenario del Congreso.

Víctor Ortuzar falleció el martes 1 de noviembre en Perú, tras muchos años de residencia en el país. Había nacido en Bilbao el 11 de septiembre de 1939. Trabajó en la marina mercante y así llegó a Lima con 22 años. Trabajaría más tarde en Euskadi, Estados Unidos, Madrid y países africanos para asentarse definitivamente en 1980 en Perú, donde se dedicó a negocios de pesca y también fue empresario en el rubro de la construcción.

En la actualidad presidente de la entidad, Víctor fue uno de los miembros fundadores de Euskal Etxea de Lima en 1986. Casado con la peruana Marta Pérez González, era padre de tres hijos: Víctor, Juan Carlos e Ignacio. Goian Bego.


Euskal Kultura.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

In Memoriam


Editorial Periodística Oiga aldizkariak, Victor Manuel Ortúzar González lagunari eskaintzen dio tarte hau, heriotzeko une latz hauetan, bere sendiari eta euskaltzale guztioi gure dolumina adieraziz.


Lima, 2 de noviembre 2010

In Memoriam

DEFUNCION

La esposa, hijos, hijas políticas, nietos y hermanos de quien en

vida fue:

Víctor Manuel Ortúzar González

Q.E.P.D

Participan con profundo dolor su sensible fallecimiento ocurrido el 01 de Noviembre del presente. El día de hoy a las 11:00 a.m. se realizara una Misa de cuerpo presente en la capilla de los Jardines de la Paz de la Molina.

La familia agradece a todas las personas que nos acompañen en este momento y manifiestan su afecto y condolencias.


Lima, 02 de Noviembre de 2011

martes, 1 de noviembre de 2011

In Memoriam

Elegía a Víctor Ortuzar G.

MUERTE EN EL UMBRAL

La vida espiritual

es absoluta, indestructible

El reposo, está en la

otra vida

La cremación

es el triunfo

del espíritu sobre la carne

La destrucción de cadáveres

por el fuego, es lo mas

higiénico digno y puro

La familia guarda

lo imperecedero:

Las cenizas

El deceso es un fenómeno

fisiológico, racional

El recuerdo deberá

ser custodiado en su

cenotafio

El deceso es finalmente

el triunfo de lo Espiritual

sobre lo humano.

Es el ingreso definitivo

al reino de Dios

E.S.A.

Enrique Saravia Arreskurrenaga

sábado, 15 de octubre de 2011

Fracisco Igartua, Oiga y una pasión quijotesca

Una “vallerriestrada”

Por Jhon Bazan Aguilar

Revisando notas y personajes en la web he dado con un articulillo suscrito por el considerado el último de los oradores parlamentarios, don Javier Valle Riestra, o, como quieren algunos, más apropiadamente don Javier Maximiliano Alfredo Hipólito Valle Riestra Gonzáles Olaechea.

Me refiero a “Una “bustamantada” (*) que este insigne aprista de conveniencia suscribió en el diario Expreso el 13 de Enero de 2011, sin ningún rubor, comparando lo incomparable: la postulación por el Apra de José Luis Bustamante y Rivero en 1945 con la decisión maniquea de Alan García a principios de este año de llevar a Mercedes Araóz como candidata aprista a la Presidencia, por pura conveniencia personal, pues no quería que ningún otro personaje de su partido le hiciera sombra. Y todos al final, incluyendo al ilustre Valle Riestra, acataron el úkase alanista.

No he leído apristas que hayan rechazado los dichos de Valle Riestra al interpretar la historia de un modo tan sui-géneris, y es que en su momento cada quien se cuidaba las espaldas y las canillas para no chocar con García. Porque en el fondo lo que Valle Riestra hacía no era cuestionar a García sino simplemente cargarse contra Bustamante y Rivero por haber puesto realistamente los pies sobre la tierra una vez elegido y poner al aprismo en el lugar que merecía.

Si hubiera periodistas de fuste como Francisco Igartua y Pedro Planas de Oiga de seguro le habrían respondido como se merecía. Pero qué se puede esperar de quienes viven alrededor del acomodo y la crítica soterrada.

En su nota, Valle Riestra, ubicuo personaje caviar de los novecientos, pretendía hacer creer a los incautos que con Meche Aráoz en nuestros días pudiera ocurrir lo mismo que con Bustamante en los cuarentas: que dejara de lado al Apra una vez llegada al poder. Pero ni una línea, que digo, ni una sílaba, en contra de esta decisión personalista de Alan García de imponer a una extraña a su partido por encima de lo que se supone era la institución política más representativa del país. E insisto: era.

En su venerable y autogenerada impostura como defensor de las causas justas, el aristocrático abogado de los apellidos señeros y compuestos echa mano sin respeto alguno al calificativo que alguna vez el propio Haya de la Torre había dedicado coyunturalmente a ciertos actos de Bustamante, más no a su propia elección, que él mismo había santificado al renunciar a ser candidato por el veto militar.

Valle Riestra, ilustre heredero de don Ricardo Valle Riestra Meiggs y Hortensia González Olaechea y Olaechea, medró bajo el manto indudablemente grandioso de Haya, fue regidor metropolitano de Lima, constituyente y Senador por el Partido fundado por él, que aún después de su muerte seguían votando con el pensamiento puesto en sus ideas (que García y el propio Valle Riestra jamás reivindicaron plenamente desde el poder) pero no tuvo reparo alguno en irse al otro extremo, a la dictadura fujimorista, de la cual de la noche a la mañana se hizo Primer Ministro.

Rara metamorfosis que lo pinta de cuerpo entero, y de la cual no ha hecho un completo mea culpa. Mas bien, ya muerto Haya, fue perdonado por Alan García y elegido como congresista, aunque con escrúpulos de vedette que se dolía de estar mezclado con la choledad del nuevo Parlamento, herencia de sus antiguos socios del fujimorismo y de otras tiendas que mezclaban perro pericote y gato en sus listas, con tal de que contribuyeran a la campaña en coloridos billetes verdes sin preguntar su procedencia.

En cierto modo la sociedad de Valle Riestra con Fujimori se anticipó al acuerdo bajo la mesa que Alan García al final de su gobierno tenía con Keiko Fujimori, porque el devenir de los hechos reveló después de la postulación e intempestiva renuncia de Mercedes Araóz, que la verdadera esperanza de impunidad del maquiavelico ex Presidente era la hija del preso de la DIROES, aunque siempre jugando otras opciones: Luis Castañeda Lossio, Pedro Pablo Kuczynski… Y eso no podía ignorarlo Valle Riestra al hablar de “bustamandada”.

Los días pasan, el futuro siempre llega, los escritos quedan, y lo dicho por Valle Riestra en torno al hombre probo y patriota que fue José Luis Bustamante y Rivero no puede quedar en el aire. Este es solo un tímido recordaris al personaje de las frases hechas, porque si no los hay ahora, estoy seguro que en el futuro existan otros periodistas verdaderos que pongan las cosas y los personajes en su sitio.

Lima, Octubre de 2011.

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Aquí, la nota original

(*) Una “bustamandada”

Javier Valle Riestra

Soy un aprista no inscrito, aunque hace setenta años que lo soy. No tengo ningún cargo partidario. Soy congresista por el APRA pero eso no me da legitimidad para tomar el nombre del PAP. Aclarada esta premisa, afirmo que ha sido un grave error postular como candidata a la Presidencia a Mercedes Aráoz. Es una persona totalmente extraña al aprismo y a las luchas políticas democráticas. Y ha empezado con desplantes y altanerías. Poner condiciones. Vetar a Del Castillo, so pretexto de actuaciones prejudiciales pendientes en los que no hay ningún procesamiento en ciernes. Exigir un anónimo cabeza de lista propio, etc.

Me recuerda el caso de José Luis Bustamante y Rivero, a quien postulamos en 1945 como candidato a la Presidencia de la República contra el candidato plutocrático general Eloy G. Ureta. Sacamos trescientos mil votos. Duplicamos los del adversario. Pero Bustamante (viejo abogado, co-redactor del manifiesto de Arequipa de agosto de 1930 en que se justificaba el golpe contra Leguía, y embajador pradista en La Paz), empezó con inconsecuencias. Al APRA que era el alma de su elección le propuso inicialmente dos carteras ministeriales sobre once; terminó concediendo tres: A César Elías; Rose Ugarte y Vásquez Díaz. Más tarde alentó mítines contra la democratizadora ley de imprenta preparada por el APRA (diciembre de 1945) que terminaron en un tumulto callejero; luego incitó el ausentismo parlamentario y no asistió a la instalación del Congreso en 1947 generando el caos.

Intrigó en el contrato de Sechura, poniendo al APRA como si fuera pro-imperialista, y se olvidó completamente de Haya, el gran elector, quien había renunciado a su postulación para hacer menos conflictiva la restauración democrática, y de todos los que habían contribuido a su triunfo.

Lógicamente, esta situación jesuísticamente manejada terminaría en el alzamiento del odriismo (27.octubre.1948). El remate de ese colaboracionismo con el sabotaje lo dio cuando se hizo cómplice de veintiún senadores reaccionarios que acordaron en julio de 1948 no asistir a las Juntas Preparatorias ni a la instalación del congreso el 28 de julio. Era la anarquía. De hecho quedaba en suspenso el congreso. El Jefe de Estado publicó un comunicado diciendo que tampoco concurriría al Parlamento. Era el fin. A este escenario lúgubre se agregó el desafío golpista fallido del comandante González Pavón que asaltó La Tribuna. Todo este caos generó dos posiciones antitéticas: un intento golpista de la marina pro-aprista (03.octubre.1948) y la victoriosa insurrección del general Odría. El tipo de conducta inconsecuente de Bustamante y Rivero la bautizó Víctor Raúl como “bustamantada”. No repitamos ese error histórico.

martes, 11 de octubre de 2011

Por qué Paco Igartua detestaba a los apristas

Francisco Igartua - Siempre un Extraño - Editorial Aguilar

A la hora del aseo diario, en algún momento, sea en la ducha, frente al espejo o sentado en el wáter, a Francisco siempre le asaltan imágenes, ideas, recuerdos, saudales, proyectos en el aire. En su hora de divagar sin ataduras, a pesar, en los últimos meses, de la insistencia autoritaria de Gustavo:

“Tienes que escribir un libro que sea historia de los últimos cincuenta años vividos por ti”.

“No fuiste objetivo con Alan García. A él no lo trataste tan finamente como a Prado. No le distes el beneficio de la duda. Lo atacaste desde el comienzo. Antes de su primer mensaje al país. Antes de asumir la presidencia el 28 de julio de mil novecientos ochenta y cinco”.

Lo que pasa –replica en sus divagaciones Francisco – es que detrás de lo escrito, de todo lo documentado, de lo que se llama historia, hay una superficie más íntima, un otro lado escondido, muchas veces más esclarecedor que el documento escrito, algo que se quedo sin escribir.

No fue arbitraria la oposición que mantuvo Francisco –desde el arranque– contra el presidente Alan García. No fue producto de su pésima opinión sobre el APRA, que venía de años atrás. Fue por un hecho muy objetivo, mejor dicho por una expresión sumamente reveladora, que Francisco tomó partido, desde el inicio, contra Alan García. Lo hizo como director de Oiga, el semanario que refundó al dejar Caretas. Ocurrió en un desayuno, en casa del poderoso empresario pesquero Isaac Galsky, a pedido –según cree Francisco- de Alan García, en esos momentos presidente electo, o sea poco antes de asumir el mando, de cruzarse la banda presidencial en el pecho y recibir el titulo de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, cargo que daba la impresión de subyugarlo tanto como la presidencia. Fue un desayuno íntimo, al que asistió, además del esplendido y bondadoso anfitrión, el doctor Jorge Pastor, eficaz consejero legal de Galsky. Fue un desayuno con manjares tan especiales que sólo al acaudalado y solícito Isaac Galsky se le ocurre ofrecer. También fue largo ese desayuno. Se habló de todo y Francisco aprovechó la ocasión para insistir en dos puntos: en señalar que el problema número uno en el Perú era el terrorismo, principalmente el de Sendero y en la necesidad de licenciar a toda la policía para crear otra nueva, totalmente distinta, con asesoramiento extranjero y con una moral remozada. –Lo que no quiere decir que vayas a aprovechar la ocasión para hacerla aprista. Alan García era muy aficionado al tú—, por eso te insisto en que la nueva organización sea conducida por una misión extranjera, la que evaluaría al personal con limpia foja de servicios, los únicos que tendrían opción para reintegrarse a la nueva institución. La mayoría de la actual policía esta corrompida hasta el tuétano y no sirve para nada, ni siquiera para ser reformada. Y es la policía, con su servicio de inteligencia, la que debe combatir al terrorismo.

Alan García le dio la razón a Francisco, aunque le hizo un chiste sobre la apristización de la policía, por lo que Francisco interpreto que eso –aprovechar a la policía para su partido– era lo que pensaba hacer. Sobre el terrorismo García fue tajante y lanzó una frase tremenda: –Los voy a liquidar como sea. No voy a tener piedad. Francisco no se imagino las masacres en las cárceles que ocurrían no mucho después. Matanzas que alegraron las estrechas mentes de mucha gente de derecha, porque tontamente creyeron que con esos asesinatos quedarían aniquilados los comandos de Sendero. (Todavía no había caído el muro de Berlín y el marxismo estaba vivo en las universidades, canteras de nuevos cuadros senderistas).

No sólo se habló de política. Alan García es hombre ameno, de simpatía desbordante, conversador ágil, amigo de hacer bromas. Por ejemplo, de pronto se volteó y le dijo a Galsky: – Si te llaman, no contestes el teléfono. No quiero cadáveres en la mesa. Se refería a la tarea que cumple en la comunidad judía el audaz pesquero. Galsky estaba encargado de una misión nobilísima, aunque nada agradable: se ocupa de lavar a los muertos. Apenas muere un miembro de la comunidad judía, sea rico, pobre ó mendigo, Galsky sale como bombero al recibir el aviso. Abandona cualquier reunión, por importante que sea, y acude a la casa del fallecido para cumplir con el rito del lavado. Un gesto que muestra los afanes espirituales, el alma delicada, de un hombre que se apasiona haciendo negocios: -yo soy industrial por las circunstancias. Mi vocación es comprar y vender, es el comercio. Alega también no ser político. Su política, dice, es “ayudar a los gobiernos para que los peruanos podamos hacer buenos negocios”.

La conversación que era cordial y distendida, cambió de un momento a otro gracias a Alan. Bruscamente se enfrentó a Francisco: – Ustedes los periodistas están acostumbrados a calumniar y que no les pase nada. Ahora las cosas van a cambiar. Tú, por ejemplo, has dicho e insistido en Oiga que Corea del Norte me dio dos millones de dólares en una caja de zapatos. ¡Eso es una calumnia! Por lo pronto, allí no entran dos millones de dólares. ¿Sabes qué venia en esa caja? – ¿Sólo cien mil?– Alan García se puso más colérico: -Había una paloma de cerámica y se ve en las fotos que tomaron dentro de la embajada. (En esos momentos Corea del Norte no tenia embajada sino una delegación comercial, que se convirtió en embajada durante el gobierno aprista). –Bueno, seria paloma, pero los rumores hablaban de dólares y nosotros recogimos esos rumores… de fuentes muy confiables, que nos merece fe. Y aquí, alzando la voz, Alan García replico con una frase que dejo frio a Francisco y desconcertó a Galsky y a Pastor. – ¡Tú crees que con dos millones de dólares yo me iba a quedar aquí!

Era una confesión que lo desnudo. En aquellos momentos era presidente electo y se pronunciaba como el estudiante bohemio que había sido en Europa y nunca dejaría de serlo en sus entretelas íntimas. Francisco nada le contestó. Se quedó mudo unos minutos, anonadado por lo que acababa de escuchar. Fue Alan el que reanudó la charla en torno amable, sin tomar en cuenta ni sospechar lo que había dicho. Volvió la cordialidad en la misma forma exabrupta con la que inició sus violentas quejas por el rumor hecho público de la caja de zapatos, “con una paloma de cerámica dentro, no con dos millones de dólares”. Cuando acabo el desayuno y se despidió Alan, amigable y palomilla como le gustaba ser, Francisco le comentó a Galsky:

-¿Cómo se puede apoyar a un irresponsable, que ha dicho lo que ha dicho? ¡Que con dos millones de dólares no se queda en el Perú! Y ya Alan es nada menos que el presidente de este país. Galsky le rogó a Francisco que no fuera a escribir sobre el tema. El hecho había ocurrido en su casa y él había invitado al amigo a una reunión informal, no al periodista. Naturalmente que Francisco no reveló la frase de Alan García, pero su opinión sobre el flamante presidente ya la tenía formada. Con esas pocas palabras Alan García se había desnudado moralmente ante él.

Por ello el primer editorial sobre Prado, aunque escéptico, no tenía la dureza con la que Francisco trató al presidente García desde el mismo 28 de julio de mil novecientos ochenta y cinco. Sin dejar de añadir excesivos elogios a su elocuencia indiscutible.

Había diferencia entre los dos presidentes, aunque en algo se parecían. En la frivolidades. También se parecían en la afición de los disfraces militares, pero en dirección inversa. Alan García, que venía de abajo, prefería el titulo y las insignias del jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, mientras que don Manuel Prado, que venía de arriba y le encantaban las condecoraciones en el frac, prefería el uniforme de teniente del ejército, sin una sola medalla. Teniente era el grado que se entregaba a los universitarios al acabar sus estudios. Y es seguro que a Prado le debió fascinar el apodo que la chispa limeña le coloco: el de “Teniente Seductor”.


Archivo Revista Oiga