miércoles, 3 de noviembre de 2010

Caretas 60 años

Caretas 60 Años :::: Del linotipo a la impresión offset: los 60 años de evolución impresa de CARETAS.

Persistencia del Papel

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De la Heidelberg que imprimió la primera Caretas en 1950, hoy se trata de una Lithoman IV, que imprime 60’000,000 de páginas por día.

Cómo podía imaginar que después de sesenta años iba a ser yo uno de los pocos —acaso el único— que podría contar cómo salió del horno la primera edición de la revista que hoy, ¡pa’ su macho!, celebra seis décadas de circulación.

Tenía veinte años de edad cuando, urgido por el cierre de una revista provinciana en la que estaba trabajando, llegué a la legendaria Imprenta El Cóndor de la calle La Amargura, a la altura de la novena cuadra del jirón Camaná. Allí, Paco Igartua y Doris Gibson, con los nervios desatados, pasaban los apuros del alumbramiento de CARETAS. Así pude seguir, de cerca y de lejos, cómo el linotipo expulsaba sus primeros textos, convertidos ya en plomo, que un cajista colocaba en una rama de hierro. Acto seguido, sobre un papel húmedo, el “sacapruebas” reproducía a rodillo limpio las galeras que pasaban a manos del corrector, Luigi Andreotti. Una vez que éste las revisaba, las entregaba a los directores, que las leían ávidamente con infaltables cigarrillos entre los dedos.

Fue en aquella imprenta donde incontables veces vi a Doris Gibson atravesar el hermoso zaguán y abrirse paso entre chibaletes y prensas taconeando, hermosa y elegante, hasta ingresar en el taller. Como es de suponer, por entonces la presencia de una dama en una imprenta resultaba poco habitual. Después de casi una semana, las páginas quedaron expeditas para imprimirse, acompasadamente, en una máquina Heidelberg.

En el mes de octubre de 1950 CARETAS ganó las calles de la ciudad. Paco y Doris plasmaron así el sueño de la revista propia en un medio difícil, casi hostil, en el que las publicaciones nacían y morían tras una vida efímera.

En junio de 1955 ingresé a la revista como jefe de Redacción. Por entonces se imprimía en Mercagraph, en el jirón Ica, histórico taller en el que CARETAS sufrió su primera requisa de ejemplares. Al año siguiente la revista recaló en la imprenta Pacific Press, regentada por un alemán que nunca dejaba el overol, y, posteriormente, en la imprenta Lulli, ubicada en el jirón Cusco.

Por esos años, un nuevo sistema de impresión —el offset— comenzaba a rayar en Lima, y CARETAS no tardó en adoptarlo, en los talleres de Santiago Valverde (Balconcillo). Allí estampó su primera carátula a todo color, que llevaba la imagen de Gladys Zender, Miss Universo 1957. Y allí mismo se imprimió por primera vez un pliego de ocho páginas a full color y el resto en blanco y negro, con el impecable registro que esta nueva técnica permitía. En los años sucesivos, la revista se editó en los talleres de Santa Rosa e Industrial Gráfica.

A inicios de la década de 1980, la aparición de la computadora lo transformó todo. A través de un suplemento titulado Informática, CARETAS empezó a tutearse con este instrumento que revolucionó no solo el mundo de las artes gráficas.

La impresión empezó a hacerse en máquinas muy sofisticadas, de alta velocidad y buen registro, en Labrusa, de los Hermanos de La Salle, ubicada en el km 5 y 1/2 de la Carretera Central. Esas mismas páginas que en sus inicios se armaban en plomo, ahora llegaban filmadas vía internet, prácticamente listas para imprimirse, gracias a la computadora.

A mediados de la década de los 90’s, Labrusa cambió de dueño y de nombre, pasando a llamarse Quebecor y hoy QuadGraphics. Y allí se imprime CARETAS con una calidad espectacular gracias a la nueva máquina alemana Lithoman IV, que recorta el tiempo de imprenta en 4 veces.

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