viernes, 18 de noviembre de 2011

La República

16 de noviembre de 2011

Aniversario. La primera edición se publicó el 16 de noviembre de 1981.

Hace treinta años empezó a forjarse una República superior

La República se ha posicionado como un diario imprescindible.

Nuestro diario cumple tres décadas llegando a sus manos. Entra a la madurez con el ímpetu de sus primeros años y el reconocimiento de la sociedad entera.

Inés Flores y Rocío Maldonado.

El 28 de julio de 1980 Fernando Belaunde Terry inauguró su segundo mandato presidencial después de 11 años de dictadura militar. Los peruanos comenzábamos a vivir nuevamente en democracia, pero al mismo tiempo se iniciaba una etapa conflictiva en el país: la crisis económica externa golpeaba con fuerza, especialmente a los sectores más pobres, y al mismo tiempo estallaba una dolorosa guerra interna dirigida por el sanguinario terrorista Abimael Guzmán.

En este escenario nace el diario La República, cuyo objetivo, plasmado en su primer editorial: “En busca de una República superior”, no era otro que rescatar el carácter revolucionario y contestatario de la palabra República para imprimirlo en sus páginas día a día.

La primera edición de La República aparece el 16 de noviembre de 1981 a las 4 de la tarde. Fue una publicación de formato tabloide, en blanco y negro, con notas principales en su primera página. A los pocos días se convirtió en un tabloide rojo y negro, distintivo que nos caracteriza hasta la actualidad.

La República nació como un diario político, de denuncia, de oposición constructiva. Fue la apuesta de un grupo de periodistas y empresarios peruanos.

En primera línea estuvieron el empresario Gustavo Mohme Llona, un socialista convicto y confeso, y el periodista Guillermo Thorndike. “Hacía falta un diario que promoviera la democracia, la justicia social, los derechos humanos, el Estado de derecho”, justificaba años después Mohme Llona.

Su primera redacción funcionó en la cuadra 4 del jirón Huancavelica, en el centro de Lima. A pocas cuadras del actual local. Bajo la dirección de Thorndike, los periodistas, identificados con las banderas de este nuevo proyecto periodístico, se sumergieron en esta titánica tarea. Redactaban sus textos en las viejas máquinas de escribir Olimpus, las mismas que ocho años después fueron reemplazadas por las pequeñas computadoras Macintosh.

Escándalos y terrorismo

Las páginas de La República reflejaban los escándalos políticos que envolvían al régimen belaundista, así como la ola de terror que desataba Sendero con apagones, coches bombas y asesinatos.

Paralelamente se dio gran despliegue a las crónicas policiales, y fue así como en tres meses pasó a vender de 11 mil a 200 mil ejemplares diarios.

El diario crecía más. Se incorporaron dos suplementos. VSD, un magazine que se publicaba los viernes; y Domingo, la revista de actualidad de los días domingo.

Además, se incorporaron como articulistas los escritores Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano y Mario Benedetti. En la actualidad ese honor nos lo da el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

Al poco tiempo La República se convirtió en el diario de las grandes mayorías, pues en sus páginas se sintieron identificados los partidos de centro y de izquierda, los sectores laborales y, como solía decir Mohme Llona, “los sin voz”.

Sin embargo, en 1983 una terrible noticia enlutó al diario. Jorge Sedano, uno de sus reporteros gráficos, fue asesinado brutalmente junto a otros siete periodistas en las pampas de Uchuraccay, en Ayacucho.

Se dijo que los campesinos los asesinaron porque confundieron sus cámaras fotográficas con fusiles, pero La República, en una acción decidida entre directivos y trabajadores, optó por buscar la verdad. Lamentablemente, al año siguiente se sufrió una nueva baja. Jaime Ayala Sulca, quien reportaba desde Huanta los cruentos sucesos de esta violencia sin nombre, fue declarado desaparecido luego de describir en diversos informes por qué el accionar terrorista se centró esencialmente en Ayacucho.

Con el paso de los años, La República participó activamente en la política. Las campañas electorales que en 1983 llevaron a Alfonso Barrantes Lingán a la alcaldía de Lima y en 1985 a Alan García a la presidencia de la República tuvieron amplia cobertura en las páginas de este diario.

La lucha contra la dictadura

Hasta que llegaron los años 90. La violencia terrorista ya se había trasladado del interior del país a Lima, y la explosión del coche bomba en la calle Tarata de Miraflores fue el caso más emblemático.

Alberto Fujimori, de origen japonés, había llegado a Palacio de Gobierno y al poco tiempo pateó el tablero. El 5 de abril de 1992 cerró el Congreso de la República, detuvo a los presidentes de ambas cámaras legislativas y a los principales dirigentes políticos; además, tomó el control del Poder Judicial.

Y como en toda dictadura, la prensa recibió el golpe. Los militares ocuparon las instalaciones de los principales medios de comunicación. La República tuvo un rápido reflejo. La edición del día siguiente salió con espacios en blanco en la portada y en las páginas donde iban las noticias y titulares censurados por los militares.

La creatividad de los editores y de los periodistas dejó en evidencia a la dictadura.

De inmediato, el diario se puso en alerta ante cualquier forma de abuso. Lo hizo a través de su cobertura cotidiana, pero sobre todo desde su Unidad de Investigación, con Ángel Páez y Edmundo Cruz.

“El periodismo de investigación desplegó mayores esfuerzos por revelar las características de esta nueva forma de gobierno y el uso de los sistemas de inteligencia como columna vertebral de lo que se desarrollaría como una acción criminal dentro del Estado”, recuerda Páez.

En tanto Cruz, acucioso periodista de investigación que tuvo un protagonismo importante en el destape del aesinato de los estudiantes y del profesor de La Cantuta, destaca lo que fue la sensibilidad del diario en esa coyuntura.

“A inicios de los 90 había sido el primer diario peruano con una Unidad de Investigación como expresión de su deseo de hacer una cobertura más profesional e interpretativa en medio de un país abatido por la violencia”, explica.

Ante casi una década de violencia, La República fue el único diario que, junto a tres revistas (Caretas, Oiga y Sí) y muy pocos colegas de televisión, adoptó una posición independiente frente a los grupos terroristas y el régimen de Fujimori, asumiendo una actitud profesional al tratar la información.

Fue el primer medio, agrega Cruz, que dio la alerta del surgimiento de un escuadrón de la muerte cuando ocurrió la matanza en Barrios Altos, y el único que dio la noticia de la matanza en La Cantuta”.

La periodista María Elena Castillo recuerda también que frente a la política de detenciones arbitrarias, La República denunció esos casos “dándoles voz a los inocentes, contando sus historias, buscando las pruebas de la injusticia que se había cometido con ellos”.

En la segunda mitad de los 90, ya Gustavo Mohme Llona había asumido la dirección de La República; pero entonces se había iniciado la etapa más oscura de ese régimen, de mayor corrupción.

A su turno, Carlos Castro, actual subdirector de La República, recuerda que Fujimori y Montesinos habían creado una estructura para controlar las instituciones y tenían a propietarios de medios comprados con dinero que salía del SIN.

“Fue entonces cuando el papel de La República resultó fundamental, y una de las personas que nunca dudó de lo corrupto que fue ese régimen fue Gustavo Mohme Llona, a quien el tiempo y la historia le dieron la razón, pero que no llegó irónicamente a ver la caída del régimen”, concluye.

Una reingeniería constante

Al cumplir 30 años, La República se ha consolidado como un diario influyente en el país y de referencia cuando se habla de política nacional. Desde su lanzamiento ha experimentado varios cambios, tanto de fondo como de forma, pero manteniendo una línea editorial en defensa de la institucionalidad democrática, los derechos humanos, justicia social y la lucha contra la corrupción.

Ser coherente en la defensa de esos principios le valió el reconocimiento de la opinión pública durante el último proceso electoral, alcanzando tirajes históricos.

Pasado ese momento, aprovechando el posicionamiento logrado y en la búsqueda de la superación constante, La República, bajo el liderazgo de su director, Gustavo Mohme Seminario, alista un relanzamiento, previsto para fines de este mes, el cual contempla un rediseño que trasciende formas, colores, tipografía y tamaño.

El diario de hoy

En la actualidad, La República abre sus 32 páginas, aunque en ocasiones llega a las 40, de formato tabloide, con información de carácter político, a la que se dedica la mayor cantidad de páginas y portadas. Las notas de otras secciones pueden ser la tapa del diario cuando el caso lo amerite, pero siempre mantienen su ubicación al interior del diario.

El análisis del quehacer político, a cargo de nuestros columnistas, constituye también un referente para nuestros lectores y uno de los ejes que soportan el diario.

La influencia de la sección Política no se discute y no se tiene pensado restarle peso, pero en un contexto con lectores jóvenes proclives a leer cada vez menos y en que las nuevas tecnologías de la información marcan un desafío para la prensa impresa, La República apuesta por reforzar las secciones de Economía, Mundo, Sociedad, Policial, Cultural, Fama y Deportes con el propósito de llegar a un público más amplio, mucho más familiar.

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