viernes, 22 de febrero de 2013


FRANCISCO IGARTUA

EDITORIAL “Algo se pudre”

Revista Oiga, 5 de julio de 1995

Sin decir “agua va” –viejo dicho que significaba la caída del contenido de una bacinica maloliente sobre un sorprendido transeúnte—, fiel a su lema de “primero actuar”, el régimen ha intervenido las universidades de San Marcos y La Cantuta y ha dejado establecido que desde ahora se inicia una nueva era universitaria –otra “Patria Nueva” a lo Leguía— en la que ninguna universidad, estatal o privada, estará libre de ser intervenida por el Estado, el que se ocupará de diseñar las vigas maestras del tipo de educación que necesita el “Nuevo Perú” para un desarrollo rápido y sostenido;  etc., etc. Se trata de un esquema bien estructurado, basado en un análisis objetivo de la realidad educativa actual –con lineamientos generales trazados en los cuadernos que un “pajarillo verde” dejó aquí en OIGA hace ya tiempo—, pero un esquema que nada tiene de democrático y sí mucho de régimen autoritario, fascista y anacrónico, a pesar de los aires de modernidad con los que ha sido revestido. Un esquema enfrentado a la cátedra abierta, al diálogo libre –o sea de confrontación—, a la universidad entendida como centro de cultura y no de aprendizaje; un esquema que ha dejado ver la hilacha de su verdadero contenido en el trato que se le reservó al electo segundo vicepresidente de la República: al doctor Paredes Canto se le ignoró por completo en la elaboración de la ley en su aplicación manu militari. El rector de rectores, el maestro escogido para la plancha presidencial por su experiencia académica, recibió de pronto, de sorpresa, en carne propia, una lección sobre el uso de las bacinicas. Y él se ha quedado tranquilamente embarrado, sin inmutarse, sin una protesta digna de un rector universitario; probando así por qué y para qué fue nombrado vicepresidente.

Este hecho –la decisión de intervenir la universidad— ha puesto en claro cuál es el rumbo del régimen, ha remarcado el estilo autoritario y castrense del gobierno ideado por los autores del golpe del 5 de abril de mil novecientos noventa y dos.

Pero, a la vez, esta segunda etapa –“constitucional y democrática” a punta de votos— no sólo da pruebas de que el orden institucional seguirá siendo arrasado, triturado, además de borrada toda huella incómoda de pluralidad y respeto a las minorías, distintivos básicos de una democracia occidental, civilizada. También quiere demostrar que tiene preocupaciones moralizadoras. Y aquí sí que la situación se pone confusa a plenitud. No se entiende bien si la olla podrida se le ha destapado, contra su voluntad, al gobierno o si este destape se produce para tapar novísimas pugnas, muy graves, al interior del régimen. Aunque también hay ciertas alternativas: ¿No será esta –por ejemplo— una explosión controlada con propósito de echar una cortina de humo sobre temas fronterizos que aún no conocemos?  ¿No se tendrá el propósito, con riesgo calculado, de hacer una poda a fondo en los círculos palaciegos? Lo cierto es que la olla de acusaciones y destapes está oliendo muy mal, y cada vez la descomposición que va saliendo a flote es más agresiva que las pituitarias.

A la hasta ahora misteriosa “entrega” de Zanatti, a la no menos confusa ubicación de Figueroa y Neyra –después de negociaciones que Boloña afirma y Vega niega— y a la aparición sorpresiva, al parecer fuera del libreto, del financista Manrique, se une ahora la lanzada al foso de los leones de Raúl Vittor, nada menos que ex ministro de la Presidencia y ex gerente general y todopoderoso de CCD, exculpado por Martha Chávez ante las denuncias de OIGA. El que lo empuja al foso es nada menos que el presidente Fujimori, quien lo hace con esta sibilina sentencia: si se prueba que ha tenido negocios con Figueroa después de revelarse el soborno del BCCI, Vittor debe ser sancionado. ¡Como si no se hubieran publicado y republicado en insistentes páginas y carátulas de OIGA documentos concluyentes, probatorios de las relaciones de negocios –hasta noviembre de 1992 como mínimo— entre Raúl Vittor y la señora de Figueroa, quien –comprobadamente— fue la persona que retiraba y desviaba los fondos del soborno del BCCI, depositados en Panamá! ¡Cómo si no fuera cierto que la sociedad Vittal SA, de Vittor con Figueroa y su señora, no ha sido retirada del registro chileno, por lo menos hasta hace muy poco! ¡Y como si todo el Perú no hubiera escuchado en la TV la reciente conversación telefónica de los esposos Figueroa, entre Santiago de Chile y Curitiba, en la que se duelen porque Vittor no quiere seguir aportando al negocio del edificio!

Pero la pregunta que aquí en OIGA nos hacemos es: ¿por qué hoy día se saca a luz y se ventea una denuncia que OIGA hizo a su tiempo –igual que las acusaciones contra Alan García— sin que nadie nos hiciera caso en aquel momento, todavía oportuno para impedir continuara la trafa, y sin que ningún medio de difusión masiva la recogiera? ¿Qué se quiere tapar destapando a Raúl Vittor?

Y aquí vienen las grandes dudas: ¿Serán destapadas las ayudas a Zanatti de Absalón Vásquez, de Yoshiyama, de Ross? ¿Les contará Figueroa a sus amigos de Expreso cómo hizo Alan García para ganar un chorro de plata con sus declaraciones en México sobre el posible retiro peruano-mexicano del mercado de la plata?  ¿Habrá una pequeña lección de moral cívica con un público arrepentimiento del presidente Fujimori por el delito, confesado por él, de haber burlado a la universidad suplantando a su señora en los exámenes rendidos por ésta para optar el grado de ingeniera? ¿O no será que se destapa la olla sólo un poquito para que el humo y los malos olores que ella exhala sirvan de tapadera a sucesos hasta ahora ignorados por la ciudadanía? Lo cierto es que algo huele mal en el Nuevo Perú, algo se está pudriendo en el país que “está inventando” el presidente Fujimori.

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