martes, 16 de junio de 2009


BLANCA VARELA. Pero entonces, rodeado de balas de libros, me lle­gó un correo del Instituto Cervantes: invitación para el Día Internacional de la Poesía, que se celebra hoy. Y deserté, y me puse a leer poemas.

Como si se activara una parte fósil de mi cerebro, fui a por los libros de Blanca Varela, fallecida unos días atrás en Lima. La entrevisté para ABC en su casa de Miraflores. Recor­dé lo que me dijo cuando le pregunté qué sentía al ver su poesía recogida en Donde todo termina abre las alas (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lec­tores): “Que no he hecho nada toda­vía, que está todo todavía por hacer. Es la sensación que tengo cuando escribo un nuevo poema: es como si fuera el primero que hiciera. Es verdad, te lo digo de verdad”.

Leo sus poemas, que tienen tras la sombra una extraña risa, y me quedo con éste:

“Felizmente no tengo nada en la cabeza / sino unas pocas ideas equi­vocadas por cierto / y una memoria sin tiempo ni lugar / nada para po­ner / nada para dejar / sino huesos cáscaras vacías / un montoncito de cenizas y / con suerte algo de polvo / innominada nada / en lo que fue mi cabeza”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario